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¿Por qué se comen rosquillas en San Isidro? Origen y significado

Este fin de semana, y principalmente el lunes, son los días más especiales para los habitantes de Madrid, pues se celebran las fiestas más importantes de la capital: San Isidro. Chulapos y chulapas tiñen las calles de Madrid con sus característicos vestidos, mantones de Manila, faldas de lunares, todo ambientado con conciertos, verbenas o pasacalles. Y lo que nunca puede faltar son las rosquillas. ¿Por qué se comen en San Isidro?

Casi todas las calles de Madrid tienen, en estos días, el mismo aspecto: gigantes y cabezudos pasean por sus vías, mientras que de fondo se escucha el chotis y la zarzuela. Sin embargo, las rosquillas son un elemento imprescindible para disfrutar la experiencia completa de San Isidro. ‘Las del Santo‘, como se las conoce, es el plato más demandado.

El punto neurálgico de esta celebración en Madrid es la Pradera de San Isidro. Cada año es el escenario principal, donde familias de cualquier punto de la capital y del país se amontonan y disfrutan del día y las rosquillas. No solo eso, sino que beber limonada también se ha vuelto una tradición, pero ojo, la limonada lleva vino blanco y fruta troceada. En cuanto a las rosquillas, hay dos variantes principales, como son las tontas y las listas.

Desde tiempos inmemoriales, una mujer se paseaba por la fiesta de San Isidro dando a conocer sus rosquillas caseras. Poco a poco fueron ganando popularidad y ya son una tradición.

Sin embargo, ni los historiadores ni los madrileños se ponen de acuerdo de cuándo fue el origen concreto. Lo que sí se sabe es que, al menos en 1890, las rosquillas ya eran protagonistas. El pintor Ángel Lizcano creó las ‘Romerías de San Isidro’, donde se aprecia este manjar.

Listas y tontas, estos son los nombres de las más típicas en la fiesta madrileña por excelencia. Las rosquillas tontas son más simples, lo contrario sucede con las listas. Las listas están cubiertas con un glaseado en forma de rejilla, que le otorga un toque de azúcar, caramelo, limón y canela.

Otras de las variedades son las hechas por las monjas Clarisas. Están a caballo entre las tontas y las listas, pues tienen una cobertura de merengue. por otro lado están las francesas, cubiertas de almendra picada.

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